Por Lucía Federica Barrios Grau
Reflexiones desde la asignatura Manifestaciones del Arte en los Espacios Americanos de 1521 a 1700, asimilada al programa de Inmersión Social.
Can you give me some money to have some bread?
Fue un inglés perfecto con el que se me acercó el señor que habitaba la calle. Su mano estirada, las ropas rotas y el piso como recipiente. Un inglés que me descolocó el paso, me hizo voltear y encontrarme con su mirada. Encontrar el lenguaje extranjero como punto de convergencia. Para darme cuenta que no era un extranjero, esta era su tierra. La extranjera era yo. Encontró en el inglés una herramienta de supervivencia y yo una manera de cuestionarme mi posición como extranjera.
Mi día en Oaxaca comenzó con el frío de la estación del bus. Llegué de noche y aunque creí que me recibiría una calidez de tonalidad amarilla y naranja. Quizás yo misma era víctima de la concepción extranjera de México; la que estaba metida en las películas. El frío fue mi primer choque cultural. Mi segundo choque cultural fue entender el porcentaje de personas que componían el grupo con el que me bajé del bus, personas mucho más preparadas que yo. La mayoría de estas personas eran extranjeras, pero no con la misma extranjería con la que caminaba yo. Cargaban con sus maletas en la espalda, chanclas, una altura que viene de otros hemisferios y un español mezclado con alguna otra lengua. Venían en inglés.
Siempre me ha generado curiosidad la comodidad de hablar inglés y esperar que el contexto se adecué a tus necesidades. Al nombrar las cosas existen, lo que me lleva a preguntarme ¿cómo existo si me nombran en inglés? ¿cómo existe un contexto si es nombrado desde lo ajeno? ¿acaso unx se puede volver otrx en su propio contexto?
Ha habido un aumento de movimiento de lo extranjero hacia lo latino. Muchas personas podrían nombrarlo turismo, pero en el punto en el que estamos yo lo nombro como un movimiento neocolonial. Ahora volveré a este punto, sigamos con la estación. Con mi compañera de viaje Gabi, que por suerte es una antropóloga, jugamos un juego muy divertido que era contar cuántos gringos veíamos – el término gringo es una manera coloquial de nombrar a los que vienen de Estados Unidos – Uno, dos o tres. Cuatro a siete. Siete a nueve. El juego empezó a tornarse en un sentimiento extraño. La mayoría del bus en el que veníamos eran gringos. Veo la ironía de dos extranjeras observando a más extranjeros y creando una distancia que quizás no existe, pero para nosotras como latinas es innegable. No podemos ponernos en el mismo lugar. No tenemos el mismo lugar. Sigamos con la gentrificación, este es un fenómeno que va conquistando tierras con monedas con menor valor monetario. Fue un término acuñado por Ruth Glass en 1964,
Uno a uno, muchos de los barrios obreros de Londres han sido invadidos por las clases medias. Míseros, modestos pasajes y cottages –dos habitaciones en la planta alta y dos en la baja- han sido adquiridos, una vez que sus contratos de arrendamiento han expirado, y se han convertido en residencias elegantes y caras. Las casas victorianas más amplias, degradadas en un período anterior o reciente –que fueron usadas como casas de huéspedes o bien en régimen de ocupación múltiple- han sido mejoradas de nuevo. Una vez que este proceso de «gentrification» comienza en un distrito continúa rápidamente hasta que todos o la mayoría de los originales inquilinos obreros son desalojados y el carácter social del distrito se transforma totalmente.» (en Smith, 1996, p. 33)
Este fenómeno social implica muchas cosas y se ha ido trasladando a nuestro contexto. Para Smith (1996) la gentrification es parte de lo que denomina el urbanismo revanchista de fin de siglo, orientado a una recuperación de la ciudad por las clases altas anglosajonas (…) una reconstrucción clasista del paisaje del centro urbano (García Herrera, 2001). Es una manera muy interesante de nombrar, reconstrucción clasista, pues al final el movimiento económico en una moneda ajena a la local se vuelve en un fenómeno de selección artificial quién se pueda adaptar, sobrevive. Ahí vuelve el señor de la calle que me hablaba en inglés. Las condiciones para sobrevivir en estos contextos cambió de paradigma. La llegada de extranjeros, principalmente estadounidenses y canadienses, ha provocado un aumento significativo en los precios de la vivienda en el centro histórico de Oaxaca. Los residentes locales, especialmente aquellos que han vivido por generaciones en estos barrios, se ven forzados a mudarse a las periferias debido a la imposibilidad de pagar las rentas infladas. Los negocios tradicionales están siendo reemplazados por establecimientos que priorizan el inglés en sus menús y comunicación, orientándose principalmente al turista extranjero. El idioma de llegada ya no es el español. Lo que me hace volver a mi concepto del inglés como una herramienta neocolonial, los que pueden hacer parte del diálogo van a poder seguir en el mercado. Los que no, tendrán que moverse. El discurso y la narrativa crean una distancia. Los precios no solo están nombrados en inglés, sino que se asumen en la moneda extranjera; precios que, para mí, una latinoamericana, no tenían sentido. Por eso mismo también está su naturaleza neocolonial, el extranjero no se adecúa al contexto, exige que el contexto se adecue a él; lo que las personas con la moneda dominante nombran como barato, ya no es accesible.
Me empecé a preguntar sobre el tener que traducir tu contexto. El contexto que siempre has habitado ha cambiado demográficamente. Las personas te miran con sonrisa simpática y en vez de un hola, te llega un hi. Pero hay que cuestionarnos que el inglés no es accesible para todo el mundo y menos en el contexto latinoamericano; esto lo que hace es crear una brecha socioeconómica entre quienes tienen acceso a su aprendizaje y quienes no. Promueve una forma de pensamiento y expresión que excluye a las personas que no tienen acceso a este idioma. Vuelve mi pregunta, ¿acaso te puedes volver otrx en tu propio contexto? Se está generando una jerarquía lingüística donde el inglés se posiciona como lengua de prestigio y oportunidad económica, mientras que las lenguas indígenas locales como el zapoteco y el mixteco son marginadas aún más, y si no, son leídas desde un lugar de exotización. Si no haces parte del diálogo y pierdes tu carácter como sujeto, tu otra opción es ser objeto. Objeto que se compra, objeto que se observa, objeto que se ve, pero al que no se le habla. Un elemento particularmente preocupante es cómo muchos espacios culturales tradicionales se están «traduciendo» al inglés, no solo en términos lingüísticos sino también culturales, para hacerlos más «digeribles» para el turismo extranjero. Esto puede resultar en una simplificación y comercialización de prácticas culturales complejas, lo que me lleva a preguntarme ¿por qué tenemos que hacernos más digeribles, traducirnos y nombrarnos desde lo ajeno?
Entenderme como una latina que podía hacer parte del dialogo me hizo darme cuenta de mi posición de privilegio; en un contexto en donde la educación no es se asume como un derecho, yo había podido acceder a una lengua que era una herramienta de poder. El spanglish se volvió parte de mi conversación cotidiana; sin darme cuenta, con mis hello, full, heavy asumía una hipocresía cómoda. Entonces me pregunto ¿Desde qué lugar puedo pararme cuando hago parte del dialogo? Cuando uso términos desde el anglicismo en un trabajo sobre gentrificación. Quizás la distancia que ponía entre el gringo y yo se limitaba, yo hablaba en su idioma, leía los menús en su lengua y entendía cuando el señor en condición de calle me hablaba en inglés.
Bibliografía:
Janoschka, M., & Sequera, J. (2014). Procesos de gentrificación y desplazamiento en América Latina – una perspectiva comparativista. Contested Cities, 82-104.
Rincón-Avellaneda (2018). Fragmentos de ciudad. Entre el abandono y la gentrificación. Universidad Nacional de Colombia. Recuperado de: https://revistas.unal.edu.co/index.php/bitacora/article/view/71865/pdf
García Herrera (2001). ELITIZACIÓN: PROPUESTA EN ESPAÑOL PARA EL TÉRMINO GENTRIFICACIÓN. Recuperado: https://www.ub.edu/geocrit/b3w-332.htm

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